domingo, 29 de marzo de 2009

¡TARDE TE AMÉ!



¡Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé!


Y ves que Tú estabas dentro de mí y yo fuera,
Y por fuera te buscaba;
Y deforme como era,
Me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste.
Tú estabas conmigo mas yo no lo estaba contigo.
Me retenían lejos de Ti aquellas cosas
Que, si no estuviesen en Ti, no serían.

Llamaste y clamaste,
y rompiste mi sordera:
Brillaste y resplandeciste,
y fugaste mi ceguera;
Exhalaste tu perfume y respiré,
Y suspiro por Ti;
Gusté de ti, y siento hambre y sed;
Me tocaste y me abrasé en tu paz.


"Nos hiciste, Señor, para Ti,
y nuestro corazón está inquieto
hasta que descanse en Ti"


¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí!
Yo no te oculto mis llagas.

Tú eres médico y yo estoy enfermo;
Tú eres misericordioso
y yo soy miserable.
Toda mi esperanza estriba
en tu muy grande misericordia.


Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras”.


SAN AGUSTIN
(Confesiones 10, 26, 37)

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