viernes, 6 de mayo de 2016

San Juan, ante Portam Latinam (6 de mayo)



San Juan, ante Portam Latinam

(Año 92.)

Celebra en este día la santa madre Iglesia la fiesta de san Juan de Porta Latina, y en ella el asombroso martirio que padeció el discípulo amado del Señor junto a una puerta de Roma, llamada Latina, por salirse por ella a los pueblos del Lacio. Estaba el gloriosísimo san Juan Evangelista en la ciudad de Efeso gobernando las iglesias de Asia, cuando en la persecución de Domiciano fue preso, y a pesar de su mucha edad, le llevaron a Roma, donde por no querer obedecer a Domiciano y adorar los falsos dioses, fue condenado a ser echado en una tina de aceite hirviendo, para que con aquel tormento acabase su dichosa vida. Se señaló el día para hacer este sacrificio, que fue el 6 de mayo. Estuvo el senado presente en el espectáculo, al cual concurrió toda la ciudad por la gran fama del santo apóstol, y habiéndole primero azotado, como era costumbre de los romanos con los que condenaban a muerte, lo desnudaron y echaron en la tina de óleo hirviendo que allí tenían dispuesta. Entró con gran alegría y seguridad el glorioso evangelista, acordándose que Cristo nuestro Señor le había dicho a él y a su hermano Santiago que beberían el cáliz de su pasión; mas el Señor obró entonces un maravilloso prodigio que espantó a toda la ciudad; porque las llamas perdieron su fuerza y el aceite que ardía se convirtió en un rocío del cielo; y aunque se abrasaron algunos de los ministros impíos que atizaban el fuego, el venerable apóstol de Cristo salió resplandeciente, como suele salir el oro fino. Lo mandó después el emperador a una isla apartada que se llamaba Pathmos, donde el glorioso evangelista tuvo las grandes revelaciones que escribió en el sagrado libro del Apocalipsis, que, como dice san Jerónimo, tiene tantos misterios como palabras. Estuvo san Juan en este destierro hasta la muerte de Domiciano, y en este tiempo convirtió a aquellos isleños de Pathmos a la fe de Cristo. Luego que mataron en Roma a Domiciano, con el aborrecimiento que todos le tenían, el senado revocó sus decretos y condenaciones, y con esto el santo evangelista volvió de su destierro a Asia, y fue recibido por los cristianos como si viniera del cielo, mirándole como a apóstol tan querido del Señor, y como a profeta y mártir que había padecido por El, y a quien no había faltado la voluntad y ocasión de morir por Cristo, sino el efecto de la muerte que no le quiso conceder el Señor para que escribiese después el sagrado Evangelio, y volase como águila a lo más alto del cielo para declararnos la eterna generación del Verbo divino. Del martirio de san Juan hacen mención Tertuliano y san Jerónimo. 

Reflexión: 

San Juan evangelista es el único apóstol que no murió mártir; pero mira con qué generoso corazón se ofrecía a la muerte, entrando en la caldera con aceite hirviendo. ¿Quién no recibirá pues con toda confianza el divino Evangelio que escribió? ¿Quién rehusará darle fe después de habernos él dado su ilustre testimonio por estas palabras: "Os anunciamos lo que hemos visto por nuestros ojos, lo que hemos oído por nuestros oídos, lo que hemos palpado con nuestras manos acerca del Verbo de eterna vida, a fin de que creyendo en él alcancéis la vida eterna?". Quien menosprecie este testimonio, merece ser despreciado; quien lo repruebe, merece ser eternamente reprobado.  

Oración: 

Oh Dios, que estáis viendo nuestra turbación por las calamidades que por todas partes nos rodean, te suplicamos nos concedas que seamos defendidos de ellas por la gloriosa protección de tu apóstol y evangelista san Juan. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



Fuente: Flos Sanctorum, P. Francisco de Paula Morell, 1890


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